Tanto nadar para morir en la orilla. Ese debe ser el pensamiento que ronda en la cabeza de más de un jugador e hincha del Werder Bremen, mientras que en el otro frente, los mineros-se les conoce así porque en Donetsk hay minas de carbón- celebran el arduo trabajo que les tomó conseguir la victoria.
El Bremen de Claudio Pizarro llegaba a la final sin dos de sus figuras ofensivas, Diego y Hugo Almeida, fundamentales en el juego del Werder. En el equipo ucraniano la baja fue el checo Tomas Hübschman, volante de primera línea.
Las dos escuadras salieron con el firme propósito de imponer su juego pero fue el Shakhtar quien me impresionó. El equipo ucraniano, nuevo para mi, salió a ejercer presión y poco a poco fue adueñándose del medio sector aprovechando la falta de creación del equipo teutón.
El sacrificado del partido fue Claudio Pizarro, el `bombardero de los Andes´, que lejos de bombardear el arco rival no se sintió cómodo al jugar unos metros más recogido por la ausencia de su principal servidor de pases, el brasileño Diego.
Fue justa la victoria. El equipo ucraniano demostró una importante posesión de balón y una efectividad envidiable ya que en el primer tiempo la única oportunidad gol la capitalizó a través del brasileño Luis Adriano. El Werder no bajó los brazos y con más empuje que fútbol logró vulnerar la valla rival a través de un tiro libre ejecutado por Naldo que se le escapó de las manos al portero Andrei Pyatov.
El empate parecía inamovible, es más, se jugó el tiempo extra y fue a los 97 minutos que Jadson con un disparo mordido marcaría en el arco de Tim Wiese que se comió un gol infame, horrible, inolvidable para el hincha de la escuadra alemana. Así concluyó el primer tiempo suplementario.
Con olor a victoria salieron a jugar los 'mineros' y así sucedió. Los confusos ataques alemanes vinieron por parte del ímpetu, de la entrega, del honor de cada uno, pero eso no basta para imponerse en un campo teniendo en frente un equipo ordenado y aplicado tácticamente. Los últimos minutos del encuentro fueron del Bremen, Claudio Pizarro anotó un gol que estuvo correctamente anulado por el juez del encuentro, pero sólo fueron manotazos de ahogado.
Las dos escuadras salieron con el firme propósito de imponer su juego pero fue el Shakhtar quien me impresionó. El equipo ucraniano, nuevo para mi, salió a ejercer presión y poco a poco fue adueñándose del medio sector aprovechando la falta de creación del equipo teutón.
El sacrificado del partido fue Claudio Pizarro, el `bombardero de los Andes´, que lejos de bombardear el arco rival no se sintió cómodo al jugar unos metros más recogido por la ausencia de su principal servidor de pases, el brasileño Diego.
Fue justa la victoria. El equipo ucraniano demostró una importante posesión de balón y una efectividad envidiable ya que en el primer tiempo la única oportunidad gol la capitalizó a través del brasileño Luis Adriano. El Werder no bajó los brazos y con más empuje que fútbol logró vulnerar la valla rival a través de un tiro libre ejecutado por Naldo que se le escapó de las manos al portero Andrei Pyatov.
El empate parecía inamovible, es más, se jugó el tiempo extra y fue a los 97 minutos que Jadson con un disparo mordido marcaría en el arco de Tim Wiese que se comió un gol infame, horrible, inolvidable para el hincha de la escuadra alemana. Así concluyó el primer tiempo suplementario.
Con olor a victoria salieron a jugar los 'mineros' y así sucedió. Los confusos ataques alemanes vinieron por parte del ímpetu, de la entrega, del honor de cada uno, pero eso no basta para imponerse en un campo teniendo en frente un equipo ordenado y aplicado tácticamente. Los últimos minutos del encuentro fueron del Bremen, Claudio Pizarro anotó un gol que estuvo correctamente anulado por el juez del encuentro, pero sólo fueron manotazos de ahogado.
